Nuestra adicción al petróleo
Shagal Cacho
Los pronósticos sobre la duración de nuestros recursos energéticos advierten de una urgencia por reinventar el sistema legal y administrativo de este sector; pues a medida que pase el tiempo, se incrementará cada vez más el déficit del crudo mexicano y los recursos necesarios para financiar programas sociales y de infraestructura económica escasearán más.
Cambiar la política energética dependerá necesariamente de una nueva pero integral reforma económica, pues en los últimos años México ha recibido aproximadamente 30 por ciento de sus ingresos, de las exportaciones de petróleo que realiza Petróleos Mexicanos.
Otro de los desafíos es el otorgar una mayor flexibilidad al funcionamiento de la paraestatal energética, toda vez que la mayoría de sus recursos se destinan a la Secretaría de Hacienda, de ahí que México dependa en gran medida de este sector, pero los pozos petroleros son cada vez menos productivos.
Incluso el yacimiento de Cantarell, que tradicionalmente ha sido el mayor de todas las reservas, ha llegado a su etapa de declive y registra un rendimiento cada vez más decreciente. Por ello, mientras corre el calendario se tendrán que hallar reservas adicionales o explorar más en las aguas profundas.
Ante tal contexto, mucho se ha hablado de ir sustituyendo a los combustibles fósiles por otros renovables, que resulten más económicos y que no contaminen. Algunos dicen que de aprovechar los recursos energéticos provenientes de la biomasa, como es el etanol, (un alcohol que se puede generar por medio del maíz o la caña de azúcar), el ahorro de dinero y la rentabilidad se verían pronto, porque los rendimientos obtenidos en otros países como Estados Unidos, Suecia, Brasil y Colombia, han dado confianza para su uso generalizado.
En México los cultivos de maíz son insuficientes para generar bioetanol, pero contamos con 650 mil hectáreas de caña de azúcar, mismas que aportarían gran valor energético.
Al parecer existen empresarios morelenses interesados en invertir en plantas de bioetanol, pero el obstáculo, según dicen, es que se apruebe la ley de biocombustibles, que se analiza en el Congreso de la Unión. De hecho, Según datos de la Secretaría de Agricultura y de la Fundación Emisión, en pocos años estarán listas en México las primeras dos plantas productoras de etanol a partir de maíz, mismas que dedicarían su producción al mercado exterior, específicamente al de California, en Estados Unidos.
Pero existe un debate en este tema sobre la contaminación que de todas formas generan estos biocombustibles, al utilizarse tractores y maquinaria que emiten dióxido de carbono, 6 por ciento mayor, que con la generación de gasolina convencional, sin tomar en cuenta que el uso de pesticidas y fetilizantes para la producción de materias primas que generan el alcohol anhidro.
En un artículo publicado por periodistas independientes de Chiapas, se asegura que hay varios asuntos que ponen en entredicho el furor de los biocombustibles. Dicen que la producción de estos compuestos podría sobreexplotar la mano de obra disponible y causar deforestación para aprovechar las tierras; además de que no se ha comprobado a totalidad la supuesta inocuidad de este combustible en el ambiente.
Uno de los debates, estriba en saber con certeza qué tan fiable puede ser dicha industria si se comprueba que por cada unidad de energía renovable, se consume el doble de la proveniente de hidrocarburos o incluso de etanol, lo cual no tendría sentido.
Otro de los asuntos a tratar, es si las condiciones del país permitirían una rápida expansión de esta industria, de modo que pueda competir en rendimiento anual con otros países, en cuanto a la extensión de tierras destinadas para este fin.
El método de la biomasa ha tomado un interés tal, que la Secretaría de Economía anunció en enero de 2006 un programa de diversificación de la caña de azúcar, en convenio con representantes del sector azucarero, productores independientes y autoridades de gobierno estatales.
Hoy en día muchos países alrededor del mundo, están realizando pruebas con combustibles a base de alcohol como oxigenantes o mezclas (casi 100%). En los Estados Unidos, el etanol representa cerca del 12% del total del mercado de las gasolinas.
Brasil es el líder mundial en el uso de etanol; más de la mitad de sus autos operan con alcohol puro. En respuesta a la crisis de 1970, el gobierno brasileño, en cooperación con la industria privada, implantó un programa nacional para producir alcohol de la caña de azúcar y producir etanol que fuera compatible con sus motores.
Hace cuatro años, la Secretaría de Energía solicitó un análisis de las condiciones actuales para invertir en la producción de etanol. Pero a pesar de las acciones emprendidas por el Gobierno Federal para reactivar el sector energético, México no ha superado su adicción al petróleo y tarde o temprano tendrá que transitar a nuevos esquemas que proporcionen horizontes amplios porque el tiempo se agota.
En este sentido, la experiencia de otros países en este rubro y las tendencias económicas imponen la necesidad de que México adopte nuevas fórmulas para sustituir de manera paulatina el papel que hoy cumplen los hidrocarburos, por otras fuentes de energía y allegarse de los recursos que se están dejando de percibir por nuestra adicción al petróleo.
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