Frente al simulacro de justicia vaticana
La sanción impuesta por el Estado Vaticano al ex líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, no satisfizo a sus víctimas. Muchos de ellos señalan que el proceso judicial no llegó a un veredicto capaz de excomulgar a quien cometió docenas de abusos sexuales de menores durante los años 60 y 70 y aseguran que sólo se trató de un “enorme ejercicio de hipocresía”.
Shagal Cacho
“Casi todos entrábamos muy jóvenes en la institución, por ello viven aún muchos sabedores de las tristes verdades expuestas. Unos sí hemos escrito nuestro testimonio y otros no lo han hecho, del mal moral del abuso sexual y del mal ejemplo de la inveterada adicción a la morfina en privado, del profundo y arraigado hábito de simulación y engaño por parte del padre Marcial Maciel Degollado”.
La anterior cita se desprende de una carta enviada en 1997 al entonces Papa Juan Pablo II, firmada por ocho ex legionarios que fueron víctimas de abusos sexuales, cometidos por el dirigente de una de las órdenes más importantes del mundo católico.
Tuvieron que pasar 50 años, para que la autoridad eclesiástica diera seguimiento a tan sólo uno de los incalculados casos de denuncia por abusos sexuales que hay en los registros aún ocultos de la iglesia católica; desde 1956, estos ocho religiosos que fueron violados durante años, hicieron varias acusaciones, pero en su mayoría fueron ignoradas.
En los días 14, 15, 16 y 17 de abril de 1997, estos hombres revelaron nuevamente los abusos de Maciel Degollado en el periódico La Jornada. Pero un mes después, el entonces Arzobispo de la Ciudad de México, Norberto Rivera Carrera, desatendió sus reclamos y los acusó públicamente de atentar contra la iglesia católica, según consta en la edición de ese periódico publicada el 12 de mayo de 1997.
No fue sino hasta el 19 de mayo de 2006, cuando el Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger sancionó a Maciel por el delito de absolución del cómplice. La sentencia consistió en privarle de algunas funciones sacerdotales, debido a su avanzada edad (de 68 años) y su “delicada salud”.
Junto con la sanción impuesta, se estableció que hubiera un observador permanente de los Legionarios para revisar, a fondo, las constituciones mismas; la vida interna; el régimen de Gobierno y el origen del cuarto voto, cuyo principio inventado por este padre fue lo que mantuvo en silencio a los afectados.
El Doctor en Derecho Canónico y sacerdote de la Arquidiócesis de México, Antonio Roqueñí, dice que “el cuarto voto consiste en nunca hablar mal de los superiores y denunciar a quien lo haga, lo que implica no mencionar ni denunciar las faltas de estos”.
Él expresa que a pesar de los cargos imputados, el caso no se atendió por medio de un juicio, sino a través de un proceso administrativo y que el decreto emitido por el tribunal de la santa sede sólo lo conocen quienes lo dictaron y el ex lider legionario, porque el comunicado de prensa no especifica dicha información “y la gente se fue con la finta de que esa comunicación era el decreto”.
“Se intuye que el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en Roma, fuera suspendido de algunos de sus ministerios sacerdotales; es lo que en Derecho Canónico se llama Suspensión Adivinis; quiere decir que está impedido de celebrar misa en público, a oír confesiones, a absolver, inclusive, a dar entrevistas a la prensa”, explica.
“Este comunicado anuncia que fue suspendido... pero no es el decreto condenatorio. Éste no lo conocemos. Este decreto condenatorio lo conoce el propio inculpado cuando le fueron aplicadas las sanciones y el propio tribunal; pero no lo conocen ni siquiera los denunciantes”.
Por su parte, los Legionarios de Cristo difundieron un comunicado diciendo que Marcial Maciel “ha declarado su inocencia”, pero que decidió no defenderse, “siguiendo el ejemplo de Jesucristo”.
La asociación manifestó que (Maciel) “ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo”.
De acuerdo con información escrita por Ian Fisher y Laurie Goodstein en el periódico The New York Times, los Legionarios de Cristo han tenido desde su fundación en 1941, un récord impresionante de crecimiento e influencia con Maciel, el líder carismático al frente. La orden cuenta ahora con 650 curas en todo el mundo, 2 mil 500 seminaristas en 20 países y 50 mil miembros en su organización seglar, Regnum Christi.
El mismo artículo dice que “muchos de los defensores de Maciel dijeron que a pesar del comunicado de la Santa Sede, las acusaciones contra Maciel no tenían sustento”, porque no había en el comunicado del Vaticano elemento alguno para sugerir que el concepto penitencia se usara para significar una medida punitiva.
El jurista canónico Roqueñí expone que de las diversas sanciones penales, el tribunal escogió solo algunas que aplicó al demandado. Incluso, en el comunicado de prensa que se emitió, “no está contemplado que haya sido excomulgado, ni haya sido suspendido del estado clerical”, dice.
Aunque la medida ya se tomó, no satisfizo las expectativas de quienes fueron abusados sexualmente. Para José Barba Martín, catedrático del Instituto Autónomo de México, ITAM y víctima del padre Marcial Maciel, el proceso no se llevó a cabo, porque si bien la averiguación previa se efectuó, y sin ella no hubiera sido posible la pena que se le impuso, la invitación que se le hizo para retirarse no es una condena, porque ésta tendría que ser presidida por un veredicto.
En diciembre de 2004 se abrió de manera oficial el proceso de investigación en contra de Maciel Degollado, luego de que Joseph Ratzinger se entrevistara con al menos una docena de afectados por el padre Maciel. Después de que el procurador de justicia Charles Chicluna emitió el respectivo expediente, el consejo encargado del caso hizo una deliberación.
Pero a decir de Alberto Athié Gallo, ex secretario de la comisión de pastoral de la Conferencia del Episcopado Mexicano, se omitió la realización del juicio y en lugar de ello se recomendó a Marcial Maciel que dejara sus funciones públicas.
Athié dice que en 1994, asistió espiritualmente a otro ex legionario que fue víctima de abusos sexuales por parte de Maciel y que a partir de su muerte en ese mismo año, acudió a acudió a Norberto Rivera pero éste lo rechazó.
“Asistí al ex legionario de cristo Juan Manuel Fernández Amenábar, ex rector de la Universidad Anáhuac. Lo fui a visitar al hospital español en diciembre de 1994, después de que sus amistades lo convencieron de hablar conmigo, porque él ya no quería saber nada de la iglesia. Hablando con él me reveló la historia de todos los abusos de que fue sujeto por Marcial Maciel”.
“Le decía (Maciel) que tenía la autorización del Papa pío XII, para que le dieran unos masajes, que no eran mas que masturbaciones por los supuestos dolores que tenía en el bajo vientre. Luego, cuando fue mayor, lo utilizaba a él para que le consiguiera una droga similar a la morfina. En los hoteles donde iba, donde se hospedaba anónimamente y le iban a buscar su droga con recetas falsas o convenciendo a los médicos de que era necesario y él le llevaba la droga y otras cosas que me dio a entender él de manejos sucios de dinero, etcétera”.
“Cuando hablé con él me dijo: yo sé que estoy a punto de morirme y no quisiera, porque tengo un resentimiento muy grande hacia el padre Maciel y no lo puedo perdonar y no lo voy a perdonar porque quiero justicia. Y entonces traté de convencerlo de que en la vida cristiana se puede llevar a cabo un acto de perdón y a la vez exigir justicia”, relata.
Incluso, los señalamientos que vertieron ocho de los agraviados por el ex líder legionario (Félix Alarcón Hoyos, José Barba Martín, Saúl Barrales Arellano, Alejandro Espinosa Alcalá, Arturo Jurado Guzmán, Fernando Pérez Olvera y Juan José Vaca Rodríguez), fueron ignorados por el el Cardenal Norberto Rivera Carrera y desdeñados en varios medios de comunicación.
La actitud del ahora cardenal, se denunció a través de una misiva que enviaron al estado vaticano: “Siendo mexicanos casi todos los ex legionarios que hicimos las revelaciones y siendo monseñor Norberto Rivera Carrera el pastor eclesial correspondiente más inmediato a la mayor parte próxima de nosotros, jamás nos convocó para poder conocer de nosotros mismos nuestra versión completa de los hechos manifestados y cuestionarla bajo cualquier procedimiento jurídico: canónico o, si procediera, del derecho positivo correspondiente”.
“No. Simplemente y faltando a una de sus funciones de epí-skopos o supervisor, prefirió ofendernos ante cámaras y grabadoras y tomar partido incondicional por la parte poderosa, a la que nosotros señalamos como victimaria de nuestros cuerpos y de nuestras almas...”, reza el texto.
Athié dice que entonces, “cuando el cardenal sale a los medios diciendo que es puro complot, yo pido una cita para verlo y para decirle que no todo es un complot y que por lo menos yo tengo un caso real, el me respondió: “yo, lo que tenía que declarar ya lo dije, todo es un complot y no tengo nada más que hablar con usted”. Y desde entonces, Norberto Rivera me empezó a marginar y a relegar de mis funciones”, acusa.
Luego, recurrió al nuncio apostólico Justo Mullor, quien le recomendó buscar al entonces cardenal Joseph Ratzinger para manifestarle el caso por medio de una misiva.
Un año antes, en 1998, los ex legionarios habían presentado una denuncia formal contra Marcial Maciel, ya no por los abusos sexuales, puesto que ese delito había prescrito, sino por lo que se llama la absolución del cómplice.
Es decir, Maciel abusaba de los niños, luego los confesaba, los absolvía y finalmente los mandaba a comulgar y por ese delito fue denunciado en el 98 ante Joseph Ratzinger. Pero no hubo respuesta.
“En el 99, que yo entrego mi carta, la respuesta verbal que le dio al obispo que le entregó la carta fue: no es prudente abrir el caso del padre Maciel, porque es una persona muy querida del santo padre y le ha hecho mucho bien a la iglesia”.
“Después de eso, yo soy retirado de todos mis servicios al episcopado por Norberto Rivera, quien me notificó por ahí de agosto que dejaría de brindar todos mis servicios en noviembre. Y entonces, se me trata de forzar a que tomara otro cargo muy importante, a cambio de mi silencio”, relata.
Hecho que motivó su dimisión de la iglesia, pero Athié prefirió adoptar un sabático en Chicago, Estados Unidos, donde fue enterado de que también allí tenían más de tres mil casos de abusos sexuales cometidos en las iglesias, que fueron acallados con descargas económicas superiores a los mil millones de dólares por medio de arreglos extrajudiciales con las familias afectadas.
¿Por qué no se concretó el proceso contra Marcial Maciel Degollado?, José Barba asegura que había dos peligros: que pasara mucho tiempo y en el transcurso falleciera el padre Maciel y que en el futuro se revelara que en realidad no hubo sentencia para el legionario.
En el derecho canónico, como en el derecho civil, algunos delitos prescriben y otros no. De acuerdo con la legislación clerical, el delito de abuso sexual de menores prescribía, antes de agosto de 2001, a los cinco años de haberse cometido. Años después, el cardenal Joseph Ratzinger lo modificó y estipuló que se prescribieran los delitos graves diez años después de los 18 años de edad.
José Barba dice que la pena se basó en la cantidad de delitos presentados en la averiguación previa y que “no se trata exclusivamente de abuso sexual de menores”, sino de “otras prácticas sexuales entre adultos consintientes dentro de la institución religiosa. Nosotros tenemos información de sobra”.
Dice que hay varios testimonios escritos y confesados por: irlandeses, norteamericanos y mexicanos principalmente, cuyas denuncias ya son del conocimiento del fiscal Chicluna en el Vaticano.
En ello coincide Alberto Athié, al decir: “Si tú comparas el número de sacerdotes pederastas y de sacerdotes pederastas, el porcentaje es parecido. El problema es que a los sacerdotes pederastas la iglesia los encubría o los cambiaba de lugar, de parroquia”.
Pero el comunicado de la congregación Legionarios de Cristo refuta la declaración de Athié, en el sentido de que “también son significativas las docenas y docenas de cartas escritas por quienes hoy acusan al P. Maciel veinte años después de los supuestos hechos. Las cartas están fechadas en los años 60 y 70 y su contenido es excepcionalmente cálido, amigable y lleno de gratitud – muy difícilmente el tipo de carta que un adulto enviaría a alguien que supuestamente abusó de él durante su niñez”.
En el mismo informe, el Obispo Polidoro Van Vlierberghe, uno de estos investigadores nombrados por el Vaticano, afirma que “nuestro interés era comprobar, de un modo conclusivo, y de una vez por todas, la verdad o falsedad de los cargos contra el P. Maciel”. Pero que “en ningún momento de nuestras prolongadas y profundas entrevistas acerca del carácter y la actuación del P. Maciel, emergió ni una sola afirmación de comportamientos incorrectos de carácter sexual”.
“Esto es particularmente importante porque ni los hombres que ahora acusan al P. Maciel, que entonces tenían entre 17 y 24 años, ni ningún otro levantó acusación de tal naturaleza durante la investigación. Esta investigación de 1956 a 1958 no encontró aspecto alguno del comportamiento del P. Maciel que fuese contrario a la moral cristiana”, citan los legionarios.
“Era tan grande la admiración que se le tenía al padre Marcial, que engañó, de hecho nos engañó. El cuento que él usaba era que tenía unos dolores muy graves y lo que a mí me dijo es que tenía el permiso del santo padre para que las monjas le hicieran sus masajes y esos masajes terminaban en masturbaciones. Pero yo no tenía el valor para decirle: ¿y porqué no llama a las monjas, ¡porqué me llama a mí?”.
En la edición de marzo de 2002 de la publicación First Things, el P. Richard John Neuhaus afirma que las acusaciones hacia el padre Maciel carecen de credibilidad.
“Cuenta como evidencia que los sacerdotes en la Legión, a quienes conozco muy bien, y quienes, durante muchos años han conocido detalladamente al padre Maciel y a la Legión, afirman que las acusaciones están diametralmente opuestas a todo lo que ellos conocen con certeza. Cuenta como evidencia que el Cardenal Joseph Ratzinger y otros que han estudiado este asunto afirman que las acusaciones no tienen mérito alguno”.
“Cuenta como evidencia que el Papa Juan Pablo II, quien casi seguramente tiene noticia de las acusaciones, ha alabado fuerte, consistente y públicamente al padre Maciel y a la Legión. Muchas de las cosas que sabemos las aceptamos por un acto de confianza. Yo confío en estas personas. La sugerencia de que ellos están deliberadamente engañando o que han sido embaucados es totalmente inverosímil”, arguye.
José Barba le dijo a este reportero que luego de denunciar al padre Maciel, “cuando se llevó a cabo la investigación (por primera vez), en los años 56, 57, 58 y 59, nos dijeron que los inspectores enviados por el Vaticano al colegio sacerdotal, venían con malas intenciones y nos insinuaron que nos cerráramos enteramente y que no dijéramos nada”.
“Entonces yo mentí, como todo el mundo, yo empecé a desdecirme de lo que había denunciado. Por miedo a que la cosa se viniera abajo. ¡La institución se venía enteramente abajo!”, asegura el afectado José Barba Martínez.
Con el semblante avergonzado, revela que “una vez como a las 12 de la noche o una de la mañana, observé en la playa una cosa muy rara. Había dos compañeros míos con él (Marcial Maciel) en completa oscuridad y uno de ellos lo estaba masturbando. Era lo más frecuente para él”.
Agrega con firmeza que “ha habido señalamientos muy graves de penetración anal y no tengo la menor duda de que a algunos sí les hizo eso. Y de que hubo sodomía, eso es evidente”.
“Antonio Jurado y yo, somos mandatarios legales de todos los que fuimos victimados. Cuando fuimos al vaticano, en octubre del 98, estuvimos acompañados de un experto canonista y la querella se interpuso por los delitos de absolución del cómplice, incitar contra la santa sede y, mentir e incitar a mentir”.
El caso del padre Maciel no es el único. De hecho, el 16 de febrero de 1997, el periódico Miami Herald, de Florida, notificó la detención del legionario irlandés Jeremiah Spillane, porque a través de Internet engañaba a jóvenes adolescentes de 13 años en adelante, para realizar sus prácticas sexuales con ellos.
“Yo saludé personalmente, al cardenal Ratzinger el sábado 17 de octubre del 98, junto con el doctor Jurado, el padre Antonio Roqueñí y nuestra abogada que acababa de aceptar desde una semana antes nuestro caso. Él desde ese día ya tuvo la acusación de absolución de cómplices y pudo proceder desde entonces”.
“Sé que procedieron y que hubo muchas acusaciones anteriores, porque ya para principios del 99 el subsecretario de Ratzinger había dicho que el caso era flagrante, que él estaba convencido de la culpabilidad del padre”.
Señala que el asunto no fue atendido, porque el subsecretario de Joseph Ratzinger le dijo a Carlos Talavera, entonces obispo de Coatzacoalcos, que no se podría hacer nada porque el padre Marcial “era un gran amigo del papa, que había traído grandes bienes a la Iglesia y muchas buenas vocaciones al Vaticano”, citó.
“O sea, aquí hay un enorme ejercicio de hipocresía enorme por parte de la iglesia católica”. Lo que han hecho es un simulacro de justicia, para que se de cuenta la gente de que están haciendo algo. Pero nunca dieron un veredicto justo, porque si hubieran dado el veredicto justo, tuviera que haber sido, por lo menos, la excomunión, a menos que, luego, el santo padre lo hubiera levantado porque el único que puede levantar un veredicto es el santo padre (Benedicto XVI)”, declara.
Una fotografía del 22 de abril de 1997, publicada por el diario La Jornada, en la que aparecen abrazados el nuncio apostólico Girolamo Prigione, el arzobispo Norberto Rivera y el padre Marcial Maciel, refuerza lo dicho por José Barba a este reportero. Dicha imagen apareció como respuesta a una nota difundida días antes en el mismo diario, en la que aparecían revelaciones de los abusos sexuales cometidos por el ex líder legionario.
¿Por qué si el paradigma de la sexualidad que promueve la iglesia no es congruente con las prácticas de sus congregados, el clero insiste en mantener su mismo sistema sin modificarlo?
Al respecto, el doctor en derecho canónico Antonio Roqueñí, dice que “autocrítica la hay, pero la sexualidad humana, según la concepción católica, efectivamente es participar en el poder divino para la procreación de la especie. Entonces, si el católico escogió libremente el celibato, no puede hacer una vida sexual indiscriminada, porque es algo que va en contra de lo que escogió. Y cuando ese celibato no es llevado adecuadamente, indudablemente que causa traumas”.
Advierte que el celibato es una práctica libre de los hombres, y que el sacerdote que no lo pueda practicar “es libre de irse” de la iglesia. Además, “estas cosas siempre suceden”.
¿Entonces, cuales son los criterios para escoger a quienes serían más aptos para ejercer el sacerdocio? Antonio Roqueñí dice que “por más criterios de selección haya en un seminario, siempre habrá gente que se salte esas normas y todo eso que está previsto en la vida de la iglesia, porque siempre habrá gente que se lo salte. Lo mismo se da fuera que dentro de la iglesia”.
Para él, esto se debe a “deficiencias en la administración del gobierno eclesiástico, la red de complicidades que se extendió en este caso, el que muchas personas fueran como un muro de protección para que no se supiera la verdad y el que “muchas personas que no dan crédito a esta conducta”, mas subraya que la ventaja es que actualmente se pueden investigar y dar a conocer con mayor facilidad estos asuntos.
Y aplaude que luego de 50 años, el caso de Maciel Degollado se haya concluido ante los tribunales, al decir que fue un gran paso para buscar una mejor justicia en la iglesia. Pero no todos los entrevistados opinan lo mismo en torno a la resolución del caso emitida por la santa sede.
Para Alberto Athié, “Ratzinger te da a entender que retirando a Maciel del sacerdocio y reduciéndolo a la vida privada, ya se resolvió el problema. Porque además en términos oficiales, esto no se presento como una pena. Al padre Maciel se le invitó a que se retirara, pero tendría que haber varias sanciones. La primera sería la excomunión, porque el delito de absolución del cómplice es un delito grave. La segunda pena es la de la suspensión adivinis, que indica la suspensión total del ministerio”.
“Mi interpretación de esto es que se llegó a un arreglo entre la autoridad del vaticano con un criminal. ¿Para qué?, para protegerse ambas partes. Entonces, yo creo que llegaron a un arreglo y no tomaron en cuenta para nada a las víctimas”, dice.
El catedrático José Barba exclama que este caso debe hacerse pagar, “porque se asienta un precedente jurídico e histórico muy grave. Nosotros vamos a pasar, pero tarde o temprano la iglesia va a pagar las cuentas de este error y la culpabilidad de muchos se va a escudar detrás de esta exoneración”.
“Queremos que la verdad se manifieste, y que los sinvergüenzas no parezcan santos, que la verdad haga libre a la iglesia y nos haga libres a todos”, concluye.
La sanción impuesta por el Estado Vaticano al ex líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, no satisfizo a sus víctimas. Muchos de ellos señalan que el proceso judicial no llegó a un veredicto capaz de excomulgar a quien cometió docenas de abusos sexuales de menores durante los años 60 y 70 y aseguran que sólo se trató de un “enorme ejercicio de hipocresía”.
Shagal Cacho
“Casi todos entrábamos muy jóvenes en la institución, por ello viven aún muchos sabedores de las tristes verdades expuestas. Unos sí hemos escrito nuestro testimonio y otros no lo han hecho, del mal moral del abuso sexual y del mal ejemplo de la inveterada adicción a la morfina en privado, del profundo y arraigado hábito de simulación y engaño por parte del padre Marcial Maciel Degollado”.
La anterior cita se desprende de una carta enviada en 1997 al entonces Papa Juan Pablo II, firmada por ocho ex legionarios que fueron víctimas de abusos sexuales, cometidos por el dirigente de una de las órdenes más importantes del mundo católico.
Tuvieron que pasar 50 años, para que la autoridad eclesiástica diera seguimiento a tan sólo uno de los incalculados casos de denuncia por abusos sexuales que hay en los registros aún ocultos de la iglesia católica; desde 1956, estos ocho religiosos que fueron violados durante años, hicieron varias acusaciones, pero en su mayoría fueron ignoradas.
En los días 14, 15, 16 y 17 de abril de 1997, estos hombres revelaron nuevamente los abusos de Maciel Degollado en el periódico La Jornada. Pero un mes después, el entonces Arzobispo de la Ciudad de México, Norberto Rivera Carrera, desatendió sus reclamos y los acusó públicamente de atentar contra la iglesia católica, según consta en la edición de ese periódico publicada el 12 de mayo de 1997.
No fue sino hasta el 19 de mayo de 2006, cuando el Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger sancionó a Maciel por el delito de absolución del cómplice. La sentencia consistió en privarle de algunas funciones sacerdotales, debido a su avanzada edad (de 68 años) y su “delicada salud”.
Junto con la sanción impuesta, se estableció que hubiera un observador permanente de los Legionarios para revisar, a fondo, las constituciones mismas; la vida interna; el régimen de Gobierno y el origen del cuarto voto, cuyo principio inventado por este padre fue lo que mantuvo en silencio a los afectados.
El Doctor en Derecho Canónico y sacerdote de la Arquidiócesis de México, Antonio Roqueñí, dice que “el cuarto voto consiste en nunca hablar mal de los superiores y denunciar a quien lo haga, lo que implica no mencionar ni denunciar las faltas de estos”.
Él expresa que a pesar de los cargos imputados, el caso no se atendió por medio de un juicio, sino a través de un proceso administrativo y que el decreto emitido por el tribunal de la santa sede sólo lo conocen quienes lo dictaron y el ex lider legionario, porque el comunicado de prensa no especifica dicha información “y la gente se fue con la finta de que esa comunicación era el decreto”.
“Se intuye que el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en Roma, fuera suspendido de algunos de sus ministerios sacerdotales; es lo que en Derecho Canónico se llama Suspensión Adivinis; quiere decir que está impedido de celebrar misa en público, a oír confesiones, a absolver, inclusive, a dar entrevistas a la prensa”, explica.
“Este comunicado anuncia que fue suspendido... pero no es el decreto condenatorio. Éste no lo conocemos. Este decreto condenatorio lo conoce el propio inculpado cuando le fueron aplicadas las sanciones y el propio tribunal; pero no lo conocen ni siquiera los denunciantes”.
Por su parte, los Legionarios de Cristo difundieron un comunicado diciendo que Marcial Maciel “ha declarado su inocencia”, pero que decidió no defenderse, “siguiendo el ejemplo de Jesucristo”.
La asociación manifestó que (Maciel) “ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo”.
De acuerdo con información escrita por Ian Fisher y Laurie Goodstein en el periódico The New York Times, los Legionarios de Cristo han tenido desde su fundación en 1941, un récord impresionante de crecimiento e influencia con Maciel, el líder carismático al frente. La orden cuenta ahora con 650 curas en todo el mundo, 2 mil 500 seminaristas en 20 países y 50 mil miembros en su organización seglar, Regnum Christi.
El mismo artículo dice que “muchos de los defensores de Maciel dijeron que a pesar del comunicado de la Santa Sede, las acusaciones contra Maciel no tenían sustento”, porque no había en el comunicado del Vaticano elemento alguno para sugerir que el concepto penitencia se usara para significar una medida punitiva.
El jurista canónico Roqueñí expone que de las diversas sanciones penales, el tribunal escogió solo algunas que aplicó al demandado. Incluso, en el comunicado de prensa que se emitió, “no está contemplado que haya sido excomulgado, ni haya sido suspendido del estado clerical”, dice.
Aunque la medida ya se tomó, no satisfizo las expectativas de quienes fueron abusados sexualmente. Para José Barba Martín, catedrático del Instituto Autónomo de México, ITAM y víctima del padre Marcial Maciel, el proceso no se llevó a cabo, porque si bien la averiguación previa se efectuó, y sin ella no hubiera sido posible la pena que se le impuso, la invitación que se le hizo para retirarse no es una condena, porque ésta tendría que ser presidida por un veredicto.
En diciembre de 2004 se abrió de manera oficial el proceso de investigación en contra de Maciel Degollado, luego de que Joseph Ratzinger se entrevistara con al menos una docena de afectados por el padre Maciel. Después de que el procurador de justicia Charles Chicluna emitió el respectivo expediente, el consejo encargado del caso hizo una deliberación.
Pero a decir de Alberto Athié Gallo, ex secretario de la comisión de pastoral de la Conferencia del Episcopado Mexicano, se omitió la realización del juicio y en lugar de ello se recomendó a Marcial Maciel que dejara sus funciones públicas.
Athié dice que en 1994, asistió espiritualmente a otro ex legionario que fue víctima de abusos sexuales por parte de Maciel y que a partir de su muerte en ese mismo año, acudió a acudió a Norberto Rivera pero éste lo rechazó.
“Asistí al ex legionario de cristo Juan Manuel Fernández Amenábar, ex rector de la Universidad Anáhuac. Lo fui a visitar al hospital español en diciembre de 1994, después de que sus amistades lo convencieron de hablar conmigo, porque él ya no quería saber nada de la iglesia. Hablando con él me reveló la historia de todos los abusos de que fue sujeto por Marcial Maciel”.
“Le decía (Maciel) que tenía la autorización del Papa pío XII, para que le dieran unos masajes, que no eran mas que masturbaciones por los supuestos dolores que tenía en el bajo vientre. Luego, cuando fue mayor, lo utilizaba a él para que le consiguiera una droga similar a la morfina. En los hoteles donde iba, donde se hospedaba anónimamente y le iban a buscar su droga con recetas falsas o convenciendo a los médicos de que era necesario y él le llevaba la droga y otras cosas que me dio a entender él de manejos sucios de dinero, etcétera”.
“Cuando hablé con él me dijo: yo sé que estoy a punto de morirme y no quisiera, porque tengo un resentimiento muy grande hacia el padre Maciel y no lo puedo perdonar y no lo voy a perdonar porque quiero justicia. Y entonces traté de convencerlo de que en la vida cristiana se puede llevar a cabo un acto de perdón y a la vez exigir justicia”, relata.
Incluso, los señalamientos que vertieron ocho de los agraviados por el ex líder legionario (Félix Alarcón Hoyos, José Barba Martín, Saúl Barrales Arellano, Alejandro Espinosa Alcalá, Arturo Jurado Guzmán, Fernando Pérez Olvera y Juan José Vaca Rodríguez), fueron ignorados por el el Cardenal Norberto Rivera Carrera y desdeñados en varios medios de comunicación.
La actitud del ahora cardenal, se denunció a través de una misiva que enviaron al estado vaticano: “Siendo mexicanos casi todos los ex legionarios que hicimos las revelaciones y siendo monseñor Norberto Rivera Carrera el pastor eclesial correspondiente más inmediato a la mayor parte próxima de nosotros, jamás nos convocó para poder conocer de nosotros mismos nuestra versión completa de los hechos manifestados y cuestionarla bajo cualquier procedimiento jurídico: canónico o, si procediera, del derecho positivo correspondiente”.
“No. Simplemente y faltando a una de sus funciones de epí-skopos o supervisor, prefirió ofendernos ante cámaras y grabadoras y tomar partido incondicional por la parte poderosa, a la que nosotros señalamos como victimaria de nuestros cuerpos y de nuestras almas...”, reza el texto.
Athié dice que entonces, “cuando el cardenal sale a los medios diciendo que es puro complot, yo pido una cita para verlo y para decirle que no todo es un complot y que por lo menos yo tengo un caso real, el me respondió: “yo, lo que tenía que declarar ya lo dije, todo es un complot y no tengo nada más que hablar con usted”. Y desde entonces, Norberto Rivera me empezó a marginar y a relegar de mis funciones”, acusa.
Luego, recurrió al nuncio apostólico Justo Mullor, quien le recomendó buscar al entonces cardenal Joseph Ratzinger para manifestarle el caso por medio de una misiva.
Un año antes, en 1998, los ex legionarios habían presentado una denuncia formal contra Marcial Maciel, ya no por los abusos sexuales, puesto que ese delito había prescrito, sino por lo que se llama la absolución del cómplice.
Es decir, Maciel abusaba de los niños, luego los confesaba, los absolvía y finalmente los mandaba a comulgar y por ese delito fue denunciado en el 98 ante Joseph Ratzinger. Pero no hubo respuesta.
“En el 99, que yo entrego mi carta, la respuesta verbal que le dio al obispo que le entregó la carta fue: no es prudente abrir el caso del padre Maciel, porque es una persona muy querida del santo padre y le ha hecho mucho bien a la iglesia”.
“Después de eso, yo soy retirado de todos mis servicios al episcopado por Norberto Rivera, quien me notificó por ahí de agosto que dejaría de brindar todos mis servicios en noviembre. Y entonces, se me trata de forzar a que tomara otro cargo muy importante, a cambio de mi silencio”, relata.
Hecho que motivó su dimisión de la iglesia, pero Athié prefirió adoptar un sabático en Chicago, Estados Unidos, donde fue enterado de que también allí tenían más de tres mil casos de abusos sexuales cometidos en las iglesias, que fueron acallados con descargas económicas superiores a los mil millones de dólares por medio de arreglos extrajudiciales con las familias afectadas.
¿Por qué no se concretó el proceso contra Marcial Maciel Degollado?, José Barba asegura que había dos peligros: que pasara mucho tiempo y en el transcurso falleciera el padre Maciel y que en el futuro se revelara que en realidad no hubo sentencia para el legionario.
En el derecho canónico, como en el derecho civil, algunos delitos prescriben y otros no. De acuerdo con la legislación clerical, el delito de abuso sexual de menores prescribía, antes de agosto de 2001, a los cinco años de haberse cometido. Años después, el cardenal Joseph Ratzinger lo modificó y estipuló que se prescribieran los delitos graves diez años después de los 18 años de edad.
José Barba dice que la pena se basó en la cantidad de delitos presentados en la averiguación previa y que “no se trata exclusivamente de abuso sexual de menores”, sino de “otras prácticas sexuales entre adultos consintientes dentro de la institución religiosa. Nosotros tenemos información de sobra”.
Dice que hay varios testimonios escritos y confesados por: irlandeses, norteamericanos y mexicanos principalmente, cuyas denuncias ya son del conocimiento del fiscal Chicluna en el Vaticano.
En ello coincide Alberto Athié, al decir: “Si tú comparas el número de sacerdotes pederastas y de sacerdotes pederastas, el porcentaje es parecido. El problema es que a los sacerdotes pederastas la iglesia los encubría o los cambiaba de lugar, de parroquia”.
Pero el comunicado de la congregación Legionarios de Cristo refuta la declaración de Athié, en el sentido de que “también son significativas las docenas y docenas de cartas escritas por quienes hoy acusan al P. Maciel veinte años después de los supuestos hechos. Las cartas están fechadas en los años 60 y 70 y su contenido es excepcionalmente cálido, amigable y lleno de gratitud – muy difícilmente el tipo de carta que un adulto enviaría a alguien que supuestamente abusó de él durante su niñez”.
En el mismo informe, el Obispo Polidoro Van Vlierberghe, uno de estos investigadores nombrados por el Vaticano, afirma que “nuestro interés era comprobar, de un modo conclusivo, y de una vez por todas, la verdad o falsedad de los cargos contra el P. Maciel”. Pero que “en ningún momento de nuestras prolongadas y profundas entrevistas acerca del carácter y la actuación del P. Maciel, emergió ni una sola afirmación de comportamientos incorrectos de carácter sexual”.
“Esto es particularmente importante porque ni los hombres que ahora acusan al P. Maciel, que entonces tenían entre 17 y 24 años, ni ningún otro levantó acusación de tal naturaleza durante la investigación. Esta investigación de 1956 a 1958 no encontró aspecto alguno del comportamiento del P. Maciel que fuese contrario a la moral cristiana”, citan los legionarios.
“Era tan grande la admiración que se le tenía al padre Marcial, que engañó, de hecho nos engañó. El cuento que él usaba era que tenía unos dolores muy graves y lo que a mí me dijo es que tenía el permiso del santo padre para que las monjas le hicieran sus masajes y esos masajes terminaban en masturbaciones. Pero yo no tenía el valor para decirle: ¿y porqué no llama a las monjas, ¡porqué me llama a mí?”.
En la edición de marzo de 2002 de la publicación First Things, el P. Richard John Neuhaus afirma que las acusaciones hacia el padre Maciel carecen de credibilidad.
“Cuenta como evidencia que los sacerdotes en la Legión, a quienes conozco muy bien, y quienes, durante muchos años han conocido detalladamente al padre Maciel y a la Legión, afirman que las acusaciones están diametralmente opuestas a todo lo que ellos conocen con certeza. Cuenta como evidencia que el Cardenal Joseph Ratzinger y otros que han estudiado este asunto afirman que las acusaciones no tienen mérito alguno”.
“Cuenta como evidencia que el Papa Juan Pablo II, quien casi seguramente tiene noticia de las acusaciones, ha alabado fuerte, consistente y públicamente al padre Maciel y a la Legión. Muchas de las cosas que sabemos las aceptamos por un acto de confianza. Yo confío en estas personas. La sugerencia de que ellos están deliberadamente engañando o que han sido embaucados es totalmente inverosímil”, arguye.
José Barba le dijo a este reportero que luego de denunciar al padre Maciel, “cuando se llevó a cabo la investigación (por primera vez), en los años 56, 57, 58 y 59, nos dijeron que los inspectores enviados por el Vaticano al colegio sacerdotal, venían con malas intenciones y nos insinuaron que nos cerráramos enteramente y que no dijéramos nada”.
“Entonces yo mentí, como todo el mundo, yo empecé a desdecirme de lo que había denunciado. Por miedo a que la cosa se viniera abajo. ¡La institución se venía enteramente abajo!”, asegura el afectado José Barba Martínez.
Con el semblante avergonzado, revela que “una vez como a las 12 de la noche o una de la mañana, observé en la playa una cosa muy rara. Había dos compañeros míos con él (Marcial Maciel) en completa oscuridad y uno de ellos lo estaba masturbando. Era lo más frecuente para él”.
Agrega con firmeza que “ha habido señalamientos muy graves de penetración anal y no tengo la menor duda de que a algunos sí les hizo eso. Y de que hubo sodomía, eso es evidente”.
“Antonio Jurado y yo, somos mandatarios legales de todos los que fuimos victimados. Cuando fuimos al vaticano, en octubre del 98, estuvimos acompañados de un experto canonista y la querella se interpuso por los delitos de absolución del cómplice, incitar contra la santa sede y, mentir e incitar a mentir”.
El caso del padre Maciel no es el único. De hecho, el 16 de febrero de 1997, el periódico Miami Herald, de Florida, notificó la detención del legionario irlandés Jeremiah Spillane, porque a través de Internet engañaba a jóvenes adolescentes de 13 años en adelante, para realizar sus prácticas sexuales con ellos.
“Yo saludé personalmente, al cardenal Ratzinger el sábado 17 de octubre del 98, junto con el doctor Jurado, el padre Antonio Roqueñí y nuestra abogada que acababa de aceptar desde una semana antes nuestro caso. Él desde ese día ya tuvo la acusación de absolución de cómplices y pudo proceder desde entonces”.
“Sé que procedieron y que hubo muchas acusaciones anteriores, porque ya para principios del 99 el subsecretario de Ratzinger había dicho que el caso era flagrante, que él estaba convencido de la culpabilidad del padre”.
Señala que el asunto no fue atendido, porque el subsecretario de Joseph Ratzinger le dijo a Carlos Talavera, entonces obispo de Coatzacoalcos, que no se podría hacer nada porque el padre Marcial “era un gran amigo del papa, que había traído grandes bienes a la Iglesia y muchas buenas vocaciones al Vaticano”, citó.
“O sea, aquí hay un enorme ejercicio de hipocresía enorme por parte de la iglesia católica”. Lo que han hecho es un simulacro de justicia, para que se de cuenta la gente de que están haciendo algo. Pero nunca dieron un veredicto justo, porque si hubieran dado el veredicto justo, tuviera que haber sido, por lo menos, la excomunión, a menos que, luego, el santo padre lo hubiera levantado porque el único que puede levantar un veredicto es el santo padre (Benedicto XVI)”, declara.
Una fotografía del 22 de abril de 1997, publicada por el diario La Jornada, en la que aparecen abrazados el nuncio apostólico Girolamo Prigione, el arzobispo Norberto Rivera y el padre Marcial Maciel, refuerza lo dicho por José Barba a este reportero. Dicha imagen apareció como respuesta a una nota difundida días antes en el mismo diario, en la que aparecían revelaciones de los abusos sexuales cometidos por el ex líder legionario.
¿Por qué si el paradigma de la sexualidad que promueve la iglesia no es congruente con las prácticas de sus congregados, el clero insiste en mantener su mismo sistema sin modificarlo?
Al respecto, el doctor en derecho canónico Antonio Roqueñí, dice que “autocrítica la hay, pero la sexualidad humana, según la concepción católica, efectivamente es participar en el poder divino para la procreación de la especie. Entonces, si el católico escogió libremente el celibato, no puede hacer una vida sexual indiscriminada, porque es algo que va en contra de lo que escogió. Y cuando ese celibato no es llevado adecuadamente, indudablemente que causa traumas”.
Advierte que el celibato es una práctica libre de los hombres, y que el sacerdote que no lo pueda practicar “es libre de irse” de la iglesia. Además, “estas cosas siempre suceden”.
¿Entonces, cuales son los criterios para escoger a quienes serían más aptos para ejercer el sacerdocio? Antonio Roqueñí dice que “por más criterios de selección haya en un seminario, siempre habrá gente que se salte esas normas y todo eso que está previsto en la vida de la iglesia, porque siempre habrá gente que se lo salte. Lo mismo se da fuera que dentro de la iglesia”.
Para él, esto se debe a “deficiencias en la administración del gobierno eclesiástico, la red de complicidades que se extendió en este caso, el que muchas personas fueran como un muro de protección para que no se supiera la verdad y el que “muchas personas que no dan crédito a esta conducta”, mas subraya que la ventaja es que actualmente se pueden investigar y dar a conocer con mayor facilidad estos asuntos.
Y aplaude que luego de 50 años, el caso de Maciel Degollado se haya concluido ante los tribunales, al decir que fue un gran paso para buscar una mejor justicia en la iglesia. Pero no todos los entrevistados opinan lo mismo en torno a la resolución del caso emitida por la santa sede.
Para Alberto Athié, “Ratzinger te da a entender que retirando a Maciel del sacerdocio y reduciéndolo a la vida privada, ya se resolvió el problema. Porque además en términos oficiales, esto no se presento como una pena. Al padre Maciel se le invitó a que se retirara, pero tendría que haber varias sanciones. La primera sería la excomunión, porque el delito de absolución del cómplice es un delito grave. La segunda pena es la de la suspensión adivinis, que indica la suspensión total del ministerio”.
“Mi interpretación de esto es que se llegó a un arreglo entre la autoridad del vaticano con un criminal. ¿Para qué?, para protegerse ambas partes. Entonces, yo creo que llegaron a un arreglo y no tomaron en cuenta para nada a las víctimas”, dice.
El catedrático José Barba exclama que este caso debe hacerse pagar, “porque se asienta un precedente jurídico e histórico muy grave. Nosotros vamos a pasar, pero tarde o temprano la iglesia va a pagar las cuentas de este error y la culpabilidad de muchos se va a escudar detrás de esta exoneración”.
“Queremos que la verdad se manifieste, y que los sinvergüenzas no parezcan santos, que la verdad haga libre a la iglesia y nos haga libres a todos”, concluye.
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