Aunque se mueve en la informalidad, el ambulantaje del DF se ha convertido en un fenómeno de escala internacional, que penetra en las instituciones y ejerce presión política. Mientras promueven su formalización, las extorsiones continúan
Joaquín Gutiérrez Contreras es uno de los pocos líderes del ambulantaje que ya pagan impuestos en el Distrito Federal. Desde plaza comercial ubicada en el Centro Histórico, se queja de que hoy como ayer, aun con los programas de reordenamiento para la venta callejera, los ambulantes todavía tienen que dar dinero para recibir protección de las autoridades.
“El abuso es de parte de las autoridades ahorita, ahorita debías de ver, sufrir a la gente, que supongamos: aquí está una calle y en la otra calle están vendiendo y aquí no están vendiendo ¿por qué?: porque de este lado le entran con Gobierno y de este lado no”.
“Aquí la más fuerte dice: Yo te doy tanto dinero, déjame trabajar (…) pues sí son abusos y además les conviene a los comerciantes. Porque si no les das dinero pues no trabajas o qué, ¿te vuelves un delincuente?”.
Pero lo que antes era una práctica de comercio estrictamente local, hoy se ha convertido en un sector de escala internacional. De hecho, los ambulantes ya tienen importadoras en China e invierten millones en la compra mercancía totalmente lícita.
El que escribe también entrevistó a César Muñoz Cuevas, funcionario de la delegación Venustiano Carranza y líder de vendedores ambulantes en La Lagunilla, quien me decía: “…imagínate que llegamos contigo, que vendes… no sé: pulseras, y te decimos: ¿qué te parece si juntamos tus quince mil dólares, con los otros quince mil del que vende playeras, más los quince mil del otro?, y así… De esa manera traemos más producto, a un mejor costo, y generamos mayores ganancias para nuestros vendedores”.
La fórmula es ir a China y comprar por toneladas los miles de tenis, relojes, electrodomésticos o prendas de vestir; pagar por el derecho de importación y por el servicio de transporte (vía marítima o aérea); después recibir el producto que llega en traileres a la Ciudad de México y distribuir la mercancía en las calles para su venta.
El también ex diputado del Partido de la Revolución Democrática, asegura que no todo en el comercio informal es corrupción y que existen mesas directivas para administrar los dineros que recaudan a los vendedores callejeros:
“Esa mesa directiva se encarga de la administración de los dineros que se recogen y que va desde, para recoger la basura, para cualquier eventualidad, por ejemplo, tienen que dar, no sé equis cantidad de dinero para… luego a lo mejor les hacen fiestas a los mismos ambulantes y son para los mismos gastos de la asociación, para eso se recauda el dinero…”.
Desde que la dirigente de Tepito María Rossete anunció en 2009 que su organización ya contaba con una importadora mexicana en China, otros líderes del comercio informal empezaron a hacer lo mismo y según César Muñoz, existen otras cuatro importadoras operadas por líderes del ambulantaje del DF. Otras versiones periodísticas hablan de al menos seis empresas.
“Una relación co dependiente”
La gran expansión del comercio callejero es un fenómeno histórico que apareció desde la época prehispánica y que adquirió más presencia en la segunda mitad del siglo XX, cuando el nuevo auge económico de centros urbanos comenzó a atraer grupos poblacionales de las zonas rurales aledañas, hasta convertirse en el fenómeno que vemos hoy día, pues siempre ha significado una alternativa fácil para allegarse recursos, para los sectores más desfavorecidos.
Diversos estudios sobre el ambulantaje y especialistas en el tema, coinciden en que el crecimiento geométrico del ambulantaje de los últimos años, no podría entenderse sin conocer los nexos político-económicos de este sector con los partidos políticos, especialmente con el PRD.
La Antropóloga Norma Angélica Jaramillo señala que los vendedores ambulantes cuentan con protección, tolerancia o incluso respaldo de las autoridades locales, debido a que existen nexos político-económicos, principalmente con el Partido de la Revolución Democrática:
“Es una relación en la que el ambulantaje se subordina a los partidos políticos para conseguir protección de las autoridades y que en su momento lo fue con el PRI, que apoyó de manera clandestina a los ambulantes, pero que nunca lo van a reconocer, y en el proceso de transformación que se ha dado desde el año 97, cuando gana el PRD en el Distrito Federal, pues la relación se transforma y empiezan a crear ligas con ahora los actores principales del PRD”.
“Aquí depende mucho del poderío que adquiera una corriente del PRD para darle digamos, apoyos en función de los beneficios que pueda obtener un grupo de comerciantes”, asegura.
Obdulio Ávila Mayo, líder del PAN en el DF, dijo le dijo al que escribe que “el cobro de cuotas en el comercio informal, que se va a ciertos liderazgos, no sirve forzosamente para mejorar las condiciones de vida de la gente dedicada al comercio informal, no. Sino que sirve muchas veces para engrosar actividades políticas de determinados dirigentes, principalmente del PRD, principalmente del señor de las ligas, el señor René Bejarano”.
Proyectos de formalización
Alejandra Moreno Toscano, coordinadora general de Autoridad del Centro Histórico, dice que el Gobierno capitalino sí cuenta con programas para regular al sector informal, a través del otorgamiento de créditos y su paulatina incorporación al Régimen de Pequeños Contribuyentes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
“Para que ellos se puedan formalizar, también tienes que darles la facilidad de otorgarles créditos para comprar sus mercancías. En ese proceso también hemos trabajado conjuntamente con tres instituciones (financieras) que trabajan normalmente con pequeños créditos”.
El otorgamiento de dichos créditos se realiza a través de instituciones financieras como Inbursa y Compartamos Banco, convenios con instancias gubernamentales como el Servicio de Administración Tributaria y el acompañamiento de organizaciones civiles como ProMujer.
“Si tenemos nosotros a 21 mil personas reubicadas en el perímetro A y en dos días se quisieron reordenar 500, te puedes dar una dimensión del interés por ponerse al día”.
En el Repeco, los vendedores pagan cuotas fijas de aproximadamente 200 pesos bimestrales, que pueden variar de acuerdo con su nivel de ventas y obtienen beneficios como estar eximidos de hacer deducciones, aclaraciones, o declaraciones, de acuerdo con Alejandra Moreno.
Competencia voraz
El ambulantaje del Distrito Federal es una práctica adoptada culturalmente y tolerada en las instituciones, pero también rechazada por la iniciativa privada, que concibe a los vendedores de banqueta como un sector que transgrede las leyes, que atenta contra el mercado, y sin embargo no recibe sanciones.
Información proporcionada por la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México (CANACO), dice que los vendedores ambulantes del Distrito Federal (DF) generan193 mil 200 millones de pesos anuales (2011).
De acuerdo con Luis Enrique Galaviz Barrientos, directivo de la CANACO, “sí dividimos entre el número de vendedores ambulantes, que se estima operan en el DF, (más de 660 mil), estos tienen ventas promedio mensuales por 24,000 pesos mensuales, es importante tener presente que hay meses de mayor venta como la época decembrina”.
Por su parte, Enrique Guerrero Ambriz, director general de la Cámara de Comercio en Pequeño (CANACOPE), asegura que las autoridades capitalinas sólo vigilan al comercio formal: “tú puedes tener un puesto de mercancía pirata, de la que quieras: ropa, zapatos, bolsas, discos, videojuegos… si el mismo puesto, abres una cortina y lo pones (en un local establecido), en menos de una semana está cerrado”.
En cambio, “puedes vender cigarro suelto en la esquina, lo cual está prohibido, en la Ley de Salud, se da y no pasa nada. Pero si tú vendes cigarro suelto en una tienda formal, pasan porque pasan, entonces, si alguien es vigilado, es el comercio formal”, dice Enrique Guerrero.
“¿Quién es pobre en Tepito?, ¿qué puesto no tiene chalanes en Tepito? El problema es que nunca se ha dado ese tránsito (hacia la formalidad), si bien no es malo que a la gente se le de un apoyo y que se quieran formalizar, no existe ese esquema; eso no existe, va a seguir siempre en la informalidad y entre más gane, menos se sale de ahí”, asegura.
La amenaza que para un comerciante establecido representa: el vendedor ambulante, el régimen fiscal, los costos de operación de su negocio y los precios de compra en el mercado nacional, deprime su actividad y los orilla a buscar otras alternativas para seguir funcionando.
Es entonces cuando recurren a la informalidad más común: la de aquellos negocios que emplean a su personal sin otorgarle prestaciones sociales o la informalidad del que evade impuestos, falsea declaraciones o compra barato al mercado informal, vendiendo caro.
En el Distrito Federal, por ejemplo, la tasa de empleados que reciben remuneración económica sin prestaciones sociales es de 34.4 por ciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Ambulantes con título
El comercio ambulante se ha disparado más que nunca en los últimos años, mientras la carestía económica y el desempleo han impactado a casi todos los sectores sociales. Contrario a lo que se suele pensar, los vendedores ambulantes no necesariamente carecen de formación académica.
La encuesta: Representaciones Sociales del Ambulantaje en el DF, realizada por la Universidad Nacional Autónoma de México, dice que 48 por ciento de los vendedores ambulantes estudiaron al menos el bachillerato o estudios superiores y únicamente 15 por ciento tienen solamente la primaria, lo que reflejaría un incremento de profesionistas que habrían ingresado a este sector, por falta de empleo.
Las estadísticas del INEGI coinciden en este sentido: de los 47 millones, 137 mil 757 personas pertenecientes a la Población Económicamente Activa, la tasa de desocupación a nivel nacional en 2010 fue de 5.3%, mientras que el porcentaje de ocupación en el sector informal en todo ese año fue de 28.78%, es decir, 12 millones 849 mil 020 personas.
El comercio informal significa diferentes cosas. Para los más pobres, es una manera de sobrevivir y comprar productos a precios accesibles; para las empresas, una práctica que atenta contra las leyes y destruye la economía interna y para otros, una base de apoyo popular que nutre a los partidos, a cambio de protección política.
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