sábado, 10 de octubre de 2009

LOS CEMENTERIOS DE LLANTAS

Peligrosos focos de contaminación

A lo largo de los años, la acumulación de neumáticos de vehículos en tiraderos ha generado un problema que ya es inmanejable. Si no es atendido de manera integral y pronto, los ambientalistas advierten que ocasionará severos problemas de salud pública

Shagal Cacho

Quién diría que un objeto tan útil y en apariencia inofensivo, indispensable para el traslado diario de millones de personas, representa una verdadera bomba contaminante que contribuye con una gran cuota al efecto invernadero, que está alterando el clima en el planeta.
El tiempo de vida de una llanta es de aproximadamente 90 mil kilómetros de rotación, pero cuando deja de servir, su destino sólo puede ser, o un basurero o un horno refractario de combustión, utilizado principalmente en las industrias cementera, vidriera y ladrillera.
Cuando los neumáticos son enviados a los tiraderos, forman un conglomerado de miles de toneladas que, al permanecer a la intemperie generan caldos de cultivo adecuados para la proliferación de insectos transmisores de enfermedades, especialmente mosquitos que transmiten el paludismo, el dengue, el hantavirus, la rabia y el virus del Nilo.
En el Bordo de Xochiaca, uno de los tiraderos más grandes del país, se calcula que hay unos 500 mil neumáticos inservibles, que en el mejor de los casos se vuelven a vender como llantas usadas a los automovilistas o las vulcanizadoras, o bien son quemadas a cielo abierto para no ocupar más espacio, lo que constituye un gravísimo problema de contaminación.
De acuerdo con información de la Cámara Nacional de la Industria Hulera y Llantera, se estima que en promedio se generan unos 25 millones de neumáticos usados cada año en toda la República Mexicana.
La Asociación Nacional de Distribuidores de Llantas y Plantas Renovadoras (ANDELLAC) calcula que de ese universo, el 5 por ciento es renovado, 2 por ciento se utiliza en generación de energía, 2 por ciento se deposita en centros de acopio autorizados y el gran 91 por ciento se abandona o se quema sin control alguno.
La entidad explica que, debido a la composición química de las llantas, resulta difícil compactarlas o descomponerlas en un relleno sanitario.
En entrevista con Gentesur, Fernando Bejarano González, representante en México de la Red Internacional de Eliminación de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (IPEN, por sus siglas en inglés) ante el Convenio de Estocolmo, afirma que, por la falta de proyectos integrales de los gobiernos para erradicar las fuentes de generación de estos contaminantes, en nuestro país se está implementado “una estrategia trasnacional”, en la que utilizan los residuos como combustibles industriales.

Plumas al viento
Los especialistas dicen que, al ser quemadas las llantas, los gases tóxicos que emiten dañan de forma importante a la salud, ya que en el proceso de combustión, los millones de micropartículas que se difuminan en el aire, medidas en nanogramos, son fácilmente trasladables hacia otras regiones, como si fueran plumas al viento. “Esto quiere decir que de la atmósfera pueden pasar a los pastos, de éstos al forraje, luego al ganado, a la carne, a la leche, y acumularse en el ser humano. Las mujeres pueden transmitir esos residuos a sus bebés a través de la leche materna. Estas dioxinas y furanos no respetan barreras y ya son un problema mundial. Por eso fueron denunciados en el Convenio de Estocolmo”, advierte Bejarano González.
Las dioxinas producidas por actividades humanas incluyen la incineración de ciertos materiales, principalmente plásticos, los gases de escape de los vehículos y de accidentes industriales de tipo químico.
Existen 2 tipos de intoxicación causadas por las dioxinas: la aguda y la crónica. Cuando se presenta la primera, aparecen lesiones en la piel, semejantes a quemaduras, cloracné, cefalea, anorexia, pérdida de peso, fatiga, irritabilidad, náuseas, vómitos, diarreas, porfiria cutánea tardía en algunos individuos y depresión del sistema nervioso central. El cloracné es el único efecto humano asociado a la exposición a la dioxina; su aparición es considerada como un signo clínico de exposición y una evidencia que confirma la presencia del contaminante en la atmósfera. Dada su persistencia y su resistencia a los habituales tratamientos del acné común, las lesiones tardan años en desaparecer por completo, alcanzando incluso los 25 o 30 años.
En la intoxicación crónica, los síntomas son fatiga, irritabilidad, cefalea, pérdida de peso, cloracné, hirsutismo, hiperpigmentación, aumento de porfirias urinarias, polineuritis, alteraciones en el metabolismo lipídico y de la función hepática, teratogénico, carcinogénico, mutagénico para los animales de experimentación y posiblemente para el hombre. La porfiria cutánea tardía es un trastorno metabólico cuya asociación con el virus de la hepatitis C está bien establecida.
Pero los empresarios que practican este proceso, dicen que la incineración de llantas en los hornos resulta eficaz para suprimir los efectos a la contaminación atmosférica, porque dicha combustión se realiza en sitios cerrados.
“Nosotros mandamos mensualmente alrededor de 4 o 5 toneladas de llantas viejas para que se quemen en esos hornos, según lo que logremos juntar. Y todas se queman por completo: no queda un solo residuo. Es importante que ponga énfasis en que no hay emisiones a la atmósfera en esos hornos, pues son cerrados”, declara Raúl Tornel Ruiz, gerente de publicidad de la empresa mexicana Tornel.
Esta firma fue la primera que estableció un convenio con las 2 compañías cementeras más importantes de nuestro país: Cemex y Apasco. “No se si actualmente haya otra empresa que tenga este convenio con las cementeras, pero Tornel fue la primera”, explica.
“Se descubrió que al anexar un porcentaje de llantas cortadas a esta combustión, se logra mayor calor, se pueden reducir costos y se evita agotar los mantos petrolíferos. Aparte, podemos deshacernos de la llanta, porque al entrar a estos hornos, desaparece por completo y no hay emisiones a la atmósfera”, afirma.
Sin embargo, en la opinión de grupos ambientalistas y algunos políticos involucrados en el tema, el manejo de las llantas usadas “resulta altamente complicado”.
David Hernández Pérez, diputado federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dice que este “es un proceso que resulta costoso y presenta el inconveniente de la diferente velocidad de combustión de los componentes y la necesidad de depuración de los residuos, por lo que no resulta fácil controlarlo, además de que es más problemático pues genera un problema de contaminación mayor.
“Con este método, los residuos contaminantes que se producen en la combustión son muy perjudiciales para la salud humana, ya que el hollín contiene cantidades importantes de hidrocarburos aromáticos policíclicos altamente cancerígenos. También existe el peligro de que muchos de estos compuestos sean solubles en el agua, por lo que eventualmente podrían ser ingeridos por los seres humanos”, plantea.
El diputado Hernández asegura que, desde 1996, las autoridades ambientales del Instituto Nacional de Ecología (INE), han dado permisos provisionales a las plantas cementeras para quemar residuos peligrosos, con base en protocolos de prueba, pero “sin haber una normatividad ambiental aprobada al respecto”.
Para conocer su opinión sobre esta polémica entre empresarios, diputados y ambientalistas, Gentesur buscó de modo reiterado a Eduardo Minardi, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Hulera y Llantera, pero éste se negó a responder las llamadas.

Oídos sordos
A pesar de que ya existen alternativas reales para aminorar la contaminación que causan las llantas de desecho, las autoridades encargadas de este problema han desestimado las voces de quienes advierten que se trata de una bomba de tiempo en todo el mundo.
Las soluciones que han planteado son varias, desde las que proponen la pulverización del hule, la reutilización del material en otros ámbitos como en el deporte, el encarpetado de las carreteras, o los sistemas agrícolas de riego usando este material, por mencionar algunos. Pero a pesar de esto, las alternativas y, sobre todo el problema que se avizora a largo plazo, no parecen ser de las prioridades que tienen los gobiernos en turno.
En lo que se refiere a la acumulación de residuos sólidos, que diariamente se cuentan por docenas de miles de toneladas tan sólo en la ciudad de México y su zona conurbana, la diputada federal independiente y ambientalista, Martha Delgado Peralta, asegura que aun cuando se conocen las posibles soluciones y se sabe cuánto cuestan, no se hace nada al respecto, porque, a su parecer, el tema de los basureros, los residuos sólidos y los daños a la salud y al ambiente no son prioridades para los gobiernos locales.
“Hay muchas soluciones, ya las conocemos, ya sabemos cuales son; también sabemos cuánto cuestan. Lo único que necesitamos es que haya un gobierno que le dé prioridad al tema de la solución de los residuos, por sobre otros que implican mayores inversiones”, afirma.
Y aunque los problemas de contaminación se tornan más graves a medida que crece el índice de residuos mezclados en los tiraderos, este asunto no ha hecho eco en las mesas de discusión gubernamentales.
De las casi 12 mil toneladas diarias que se tiran en la zona metropolitana, cerca de 85 por ciento se va hacia el Bordo de Xochiaca, es decir, unas 10 mil 200 cada día, y de esa cantidad, 2 mil se quedan en las 3 plantas de separación existentes y el resto en la pepena.
El gran problema del bordo, aparte de su falta de capacidad, es su casi nula administración ambiental. El 2 de marzo de 2005, se suscitó un incendio afectando a varias colonias aledañas con partículas suspendidas y emisión de gases.
De acuerdo con la información otorgada por la Cámara de Diputados a este medio, “el incendio se debió principalmente a que los residuos se disponen mezclados y no se ha fomentado una apropiada política de separación de residuos”.
“Como consecuencia de esta falta de manejo, se teme que incluso antes de que cierre definitivamente el relleno, se presenten problemas de contaminación del subsuelo y mezcla de gases generada por la descomposición de la basura, que puede dar lugar a conflagraciones debido a su alto contenido de metano”, dice el informe.

Gallito fatal
El gerente de Tornel dice que cerca de 4 millones de esos 25 millones, “eran de llantas usadas traídas de contrabando desde Estados Unidos.
“Se pueden ver en camellones, colgadas en árboles, en mercados, en tianguis. Y un taxista o automovilista, en lugar de comprar una llanta que le cuesta 350 pesos, compra lo que le llamamos un gallito.
“Esas llantas ya eran basura de Estados Unidos y nos la pasan. ¿Cuánto duran aquí? Dos, 3 semanas o hasta que se acaban o se ponchan, porque ya están muy viejas y ahora tenemos basura que no era nuestra”, deplora.
Pero quemar llantas en hornos para reutilizar el material tampoco es una verdadera alternativa para la diputada Delgado, ya que “este tipo de soluciones han sido implementadas en otras partes del mundo y no han tenido éxito. Creo que el hecho de legalizar la importación de lo que han denominado los vehículos chocolates, es también legalizar la importación de estas llantas usadas que van a ser finalmente dispuestas en nuestro territorio”, subraya.
Este problema se agrava cuando, habiendo problemas de salud y contaminación, las empresas obtienen favoritismos por parte de los gobiernos que no cuentan con un plan integral de reciclaje y eliminación de los residuos contaminantes, y por el falseamiento, encubrimiento o falta de transparencia de la información que toca los temas incómodos, explica la legisladora.
Una de estas soluciones sería el reencauchamiento de ese hule para que sea utilizado en pisos de alfombras de gimnasio, asfalto, durmientes de tren, autopartes, subdrenajes de autopistas, ladrillos y muros para la construcción, proponen los legisladores, quienes pese a todo se muestran pesimistas de una solución a corto plazo.
Algunas de las alternativas propuestas son la ampliación del Bordo de Xochiaca o bien la apertura de uno o más lugares accesorios para depositar las miles de toneladas de basura que se vierten en la ciudad de México y su zona conurbana.
Martha Delgado dice que “el plan es abrir un nuevo bordo, un nuevo lugar. Creo que también debería haber un plan de minimización de los residuos de compactación, de generación menor, de recuperación de materiales de reciclaje.
“Pienso que la cuestión de los residuos sí es una prioridad, que sabemos perfectamente cuáles son las alternativas, solamente que, como todo, suponen montos considerables y significativos de dinero y lo único que tenemos que hacer es asignar las prioridades”, argumenta. Para los versados en el tema, la importación irregular de vehículos usados significa otra fuente de basura para México, pues los neumáticos traídos desde la unión americana no tienen una vida útil significativa, que pueda despreocupar a los involucrados en el tema de la contaminación.
La falta de organización y control de todos estos neumáticos, que cada año se acumulan por toneladas, es una evidencia del descuido o la despreocupación que hay sobre este tema en los gobiernos en turno, al menos para los diputados David Hernández y Martha Delgado, así como para los grupos ambientalistas.

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